Endometriosis: la meditación y la naturaleza me salvaron

La endometriosis es una enfermedad crónica, afecta aproximadamente a 190 millones de mujeres en edad reproductiva en el mundo. Por la ocasión del mes de prevención e información sobre la endometriosis, Yessica, 28 años, nos brinda su testimonio. 

Yessica recuerda haber tenido su primera regla al entrar a la clase de sexto grado. Desde sus primeros periodos de menstruación, se percató de que algo no estaba bien: “Empecé a menstruar a los doce años. Recuerdo la pena que sentí cuando por primera vez manché la silla de mi pupitre en clase, me sentía muy incómoda porque la cantidad de sangre que me bajaba, no era normal”. Yessica comenzó a faltar a las clases, sus dolores menstruales eran cada vez más intensos al grado de impedirle salir de su casa. También, recurrió al empleo de pañales para adultos para contener la abundante cantidad de sangre, así lograba sobrevivir los diez largos días agónicos que duraba su periodo. A los 13 años, su ginecóloga le recetó pastillas anticonceptivas para aliviar sus síntomas; no obstante, a los 18 años regresaron los fuertes dolores, los cuales le impedían realizar sus actividades cotidianas.

Yessica aún no lo sabía, pero como 1 mujer de cada 10, ella sufría de endometriosis. Este es un término democratizado desde algunos años; sin embargo, aún no se dispone de un tratamiento curativo para esta enfermedad. Los especialistas saben que la endometriosis es una condición donde el tejido similar al revestimiento del útero, llamado endometrio, crece fuera de él. El padecimiento causa dolor, inflamación y, en algunos casos, problemas de fertilidad. Cada mujer puede ser afectada de diferentes maneras: algunas pueden sufrir síntomas intensos, otras pueden no notar algún problema. Los síntomas más comunes son: dolor menstrual fuerte, dolor pélvico, cambios en los ciclos menstruales, gran pérdida de sangre en la menstruación y molestias durante las relaciones sexuales. 

Existen tratamientos para mitigar los síntomas. A menudo, se utilizan antiinflamatorios y analgésicos; medicamentos hormonales paliativos, como la píldora anticonceptiva, el DIU; en circunstancias extremas, se recurre a la cirugía laparoscópica. Aunque estas sean las opciones hasta el momento para luchar contra la endometriosis, lo que está escrito en las letras pequeñas del contrato, es decir, lo que a veces no se menciona, es que estos tratamientos causan efectos secundarios en el organismo. Por su parte, Yessica no solo se trató con la píldora anticonceptiva, sino que años después también recurrió a la menopausia artificial,: “Este tratamiento interrumpía mi menstruación, me ayudó mucho a calmar los dolores, pero hubo efectos secundarios: mi libido desapareció por completo, no me daban deseos de tener intimidad; siempre estaba a flor de piel, con rabia y mal humor. Todo esto a causa de las hormonas. Me hubiese gustado que mi ginecóloga me informara acerca de los efectos secundarios y, lo más importante, hubiera deseado ayuda psicológica para afrontar esta etapa”. 

Después de un cambio de ginecólogo y una mala experiencia con un profesional de la salud, quien le mal diagnosticó quistes y la sometió a una cirugía, Yessica vio por fin una esperanza. Su nueva ginecóloga sospechó que su dolencia era endometriosis. Después de una citología y una resonancia magnética pélvica se confirmó la valoración. El 16 de diciembre de 2016, tras años de sufrimiento inexplicado, Yessica recibió su diagnóstico finalmente. En términos generales, el lapso para determinar la endometriosis es alrededor de 7 años mediante estudios médicos generales: “Me parece que transcurrió demasiado tiempo para nombrar a este sufrimiento”, comenta Yessica. 

Aunque haya instituciones académicas, agentes no estatales y otras organizaciones, las cuales participan activamente en la investigación para obtener modelos eficaces de prevención, valoración, tratamiento y atención de la endometriosis, se sabe que, actualmente, no existe una cura. “Cuando fui diagnosticada, entré en shock. Mi ginecóloga me dijo: ‘eres joven, hace bastante tiempo que estás con tu novio, piensa en tener hijos ahora’. En ese momento, existía el plan de irme de viaje con mi pareja a Australia. Tenía dos opciones: los hijos o el viaje. Opté por viajar, en ese momento no estaba en mis proyectos embarazarme. Y era consciente de que a medida que pospusiera crear una familia, las oportunidades de lograrlo se reducirían”. Entre el 30% y el 50% de las pacientes con endometriosis tendrán dificultad para ser madres de manera natural.

A la distancia, me liberé del sufrimiento que no me pertenecía por medio de una conexión con la naturaleza

Yessica aprendió a vivir con esta enfermedad. Se refugia en las meditaciones. “Lo que a mí me sirvió para mitigar el dolor fue empezar a gestionarlo sin medicamentos. El impacto más grande fue vivir lejos de mi familia y sanar la relación con mi madre. A la distancia, me liberé del sufrimiento que no me pertenecía por medio de una conexión con la naturaleza. Durante el año que viví en Oceanía, los dolores fueron casi inexistentes. Ahora lo entiendo: el proceso de estar vinculada con la naturaleza es una gran sanación. Comencé la búsqueda de alternativas naturales. Entonces, inició un enorme despertar y me permití escuchar en verdad a mi cuerpo durante sus ciclos. Energéticamente, debemos conectarnos con aquello bueno para nosotras. Para mí, estar en unión con la naturaleza es una gran sanación, comencé a realizarlo de manera inconsciente desde mi viaje a Australia; allá me di cuenta de que el calor es una medicina tremenda y eficaz. A las mujeres diagnosticadas con endometriosis les recomiendo amar el calor, la sauna, amen sudar y recibir el sol. El viaje que emprendí de mochilera a Oceanía fue el punto de partida para dejar mi tratamiento hormonal y conectar con la naturaleza. Ha sido el despertar más grande que he tenido en mi vida”.  

“Actualmente, me parece más fácil vivir con endometriosis en comparación con años atrás, ya se habla de esta dolencia. Cuando pude verbalizar lo que he sufrido con personas informadas, me sentí más escuchada y comprendida. He aprendido a vivir con mi enfermedad, a aceptarla. Cuando entendí la razón emocional detrás de mi padecimiento, inicié un fuerte trabajo interno. Ya no sufro, mi vida es la de una mujer totalmente normal, no necesito consumir paliativos. Mi endometriosis ha sido una gran bendición disfrazada: a través de mi proceso con ella, me ha sido posible acompañar a más mujeres para entender lo escondido detrás de cada sufrimiento, sean síntomas, enfermedades o conflictos emocionales”.


Marzo 2024