Río claro río blanco
ll – Serie gastronómica
Armenia, Quindío.
Paisaje de vacas
No recuerdo con detalles la primera vez que tomé leche recién ordeñada de
una vaca, seguro lo invento cuando digo que fue en alguna visita a una
finca con mi familia. Las vacas eran más de tres y pastaban sobre una capa
verde limón, brillaban con el sol quindiano que en ese entonces golpeaba
mucho menos que ahora, según las noticias. Grandes y pesadas como
aparatos imposibles, las vacas seguían en lo suyo mientras nosotras, niñas
mirando todo por primera vez, nos quedábamos quietas frente al potrero.
Imposible saber qué pensábamos. Imposible saber qué pensaban las vacas
en su rutina interrumpida.
Yo creía, hasta ese momento, que la leche era fría: la sacaba de la nevera
helada siempre antes de ir a estudiar y la servía con froot loops, unos
circulitos de colores alucinantes; primero los froot loops y luego la leche
por una sola esquina para que no los humedeciera tanto. Pero ese vaso
plástico con leche que chorreaba por los bordes era tibio y pálido. La leche
recién ordeñada sabía a piel, a pasto, a piedras. Desde entonces nunca
volví a tomar leche directamente de una vaca, siguió siendo fría y
dúlcemente artificial por años.
Recetario
Esta mañana, desde el otro lado del teléfono, mamá volvió a insistirme con
escribir recetas en un cuaderno, como se hacía hace años. Lo cierto es que
las recetas que he acumulado este tiempo están regadas en audios de
Whatsapp a mis amigas y a ella, o en la íntima burbuja de mi casa con
Jorge. Recuerda escribir todo eso, me dice ella como si se tratara de un
secreto. Esta vez estoy contándole cómo hacer leche de Ajonjolí.
Ingredientes
– Agua
– Ajonjolí (puede ser tostado o natural)
– Canela
– Nuez moscada
Elementos
– Jarra
– Colador convencional
– Colador de tela (o trapo limpio)
– Licuadora
Elaboración
- Poner en una taza una parte de ajonjolí por dos de agua.
- Dejar toda la noche.
- A la mañana siguiente, vaciar la taza con ajonjolí en un colador convencional y enjuagarlo muy bien con agua limpia.
- Verter el ajonjolí (ahora suave) en la licuadora con unas tres o cuatro partes de agua nueva (depende si se quiere la leche más líquida o con más cuerpo).
- Agregar pizca de canela y nuez moscada (en este punto hay quienes agregan endulzantes, pero me gusta más esta versión sencilla).
- Licuar por dos minutos (se va a empezar a ver blanco)
- Sobre una jarra o recipiente grande, ubicar muy bien el colador de tela y empezar a verter todo de a poco.
- Con una mano se sostiene el colador mientras que con la otra empezamos a “ordeñar” la tela con suavidad pero con firmeza. La leche dura en refrigeración de tres a cuatro días.
*El ajonjolí que queda en el colador de tela se puede mezclar con frutos secos y avena, agregar aceite de oliva, miel y canela, y llevar a hornear por treinta minutos para obtener granola.
*El ajonjolí que queda en el colador de tela también se puede integrar a la mezcla de pancakes (cualquiera que tengas o cualquiera que hagas) y listo.
Río lechoso en movimiento
Mucho tiempo después de la primera vez que tomé leche de vaca recién
ordeñada, después de ese descubrimiento temprano de que las cosas salen
de algo vivo, calientes, y que pasan por sus entrañas antes de llegar al
mundo exterior, vi por primera vez un río blanco.
De la universidad nos llevaron a un pueblo cercano para hacer fotografía
nocturna de larga exposición; éramos al menos veinte estudiantes con
chaquetas muy abrigadas y botas. Salimos a explorar la primera noche a
eso de las siete y nos detuvimos en el borde del río.
Para hacer la actividad, debíamos dejar la cámara en posición y con ayuda
de un trípode configurar unos treinta segundos, lo que quiere decir que en
esos treinta segundos la cámara captura -con esa mínima luz en medio de
la noche- cualquier destello y movimiento, y solo cuando se cumple ese
tiempo, se toma la foto y guarda todo lo que se pudo ver ahí: la luz de la
luna y las estrellas, y los bombillos en casas campesinas aledañas, bañaron
de claridad el paisaje completamente negro para nuestros ojos a esa hora.
El río apareció entonces blanco, con líneas que sugerían un movimiento
violento.
Volvimos a la cabaña donde nos hospedábamos asombrados: el mundo
estaba ahí con sus formas cambiantes y se dejaba ver de nosotros. Como si
la espuma cubriera toda la superficie del río, quedó registrado en nuestras
pequeñas cámaras un largo trazo blanco con laderas verdes a los lados: un
río de leche.
Materna
Mis amigas me dicen que amamantar es como hacerse un tatuaje en los
pezones. Todas son experiencias diferentes pero esta me quedó grabada:
varias agujas entrando y saliendo de la piel y no poder defenderse porque,
defenderse de qué.
Sobre amamantar recuerdo que en el solar de mi abuela siempre hubo
perras cuando fui niña, vi a varias de ellas tener a sus cachorros ahí sobre
una caja grande que ubicaban los adultos. Vi perros chiquitos moverse con
dificultad y tomar de su leche al tiempo: seis o siete estrujándose entre sí.
Una manada y un algo interior que los bañaba. Es difícil volver a ver una
imagen que lo contenga tanto todo.
Escribir
Hace unos meses en un taller de escritura hablaba con mis estudiantes
sobre para qué escribir. A lo largo del curso leímos algunos referentes y
desde puntos muy distantes de realidades -programadores de sistemas,
economistas, médicos, escritores fantasma-, empezamos a tejer una
conversación sobre la raíz. Por qué estaban ellos ahí y por qué estaba yo
ahí. Adivinamos algunas respuestas.
Pero hace unos días apenas, maravillada con la llegada de mi colador de
tela -pues antes ordeñaba el ajonjolí con trapos-, invité a Jorge a la tarea.
Terminamos de desayunar y la noche anterior había estado remojándose el
ajonjolí, como dije antes. Hacía los pasos e iba explicando. Organicé el
colador, él se lavó las manos y empecé a verter directo desde la licuadora
toda la leche. La fuerza debe ser justa para que de la tela vaya saliendo de
a poco la leche; esa leche que cae primero pasa por las manos que están
haciendo el trabajo hasta llegar al fondo de la jarra.
El modo animal de cercanía con lo que antes de comer pasó por las manos
es un descubrimiento reciente. Esa mañana Jorge estaba ante lo
desconocido: algo que sus manos no habían sentido antes ni visto: un paño
modesto que escurre leche. Entonces diría ahora que es eso: las vacas
pastando y dando su leche caliente que sabe a piel; la maternidad
desconocida para mí; el río que se deja ver luminoso entre las montañas
nocturnas; lo que puedo hacer en mi cocina con las manos: escribir por la
disposición al asombro.
Río claro río blanco
Ensayo visual